La pequeña localidad guadalajareña de Alcuneza, con apenas 30 habitantes y ubicada en la España rural, se ha convertido en un destino destacado, no solo por sus patrones San Miguel Arcángel y la Virgen de la Soledad, sino también por un molino medieval que ahora es un símbolo de la slow food y la slow life. Este negocio, iniciado por la familia Moreno hace tres décadas, ha logrado reconocimientos notables, como la Estrella Michelin dos años después de su apertura y recientemente, una Estrella Verde que destaca sus prácticas sostenibles en la restauración.
Samuel Moreno, responsable del restaurante del Molino de Alcuneza, comenta que estos premios son especiales porque reconocen su compromiso con la excelencia y la sostenibilidad en relación con el entorno y la biodiversidad. El hotel, con 17 habitaciones de lujo, y el restaurante están ubicados en un antiguo molino harinero de más de 500 años, restaurado por sus padres en los años 90 para darle nueva vida.
A pesar de los éxitos, el hecho de estar en un pequeño pueblo en la España vaciada presenta desafíos. Samuel destaca la obligación de atraer visitantes de diferentes lugares para mantener la excelencia, ya que la despoblación es un hándicap. El negocio atrae a visitantes nacionales e internacionales, gracias a los reconocimientos de guías como Michelin, Repsol y Relais & Châteaux.
La cocina del restaurante se basa en el recetario tradicional y la gastronomía castellanomanchega, variando los menús según las estaciones. Samuel destaca la importancia de los pequeños productores locales y su contribución a la sostenibilidad. Aunque enfrentan desafíos, el éxito de Sigüenza se atribuye a la calidad gastronómica, la hospitalidad local y el rico patrimonio histórico-artístico, convirtiéndose en un destino turístico importante a nivel nacional.